Toda la vida metiéndonos el miedo en el cuerpo. Pero ni el video clip mató a la estrella de la radio, ni el eBook ha matado al papel, ni la prensa digital ha puesto fin a los quioscos, donde además puedes comprar chicles y agua.
Y no se trata de la edad que tenga cada cual. Si se tratara solo de eso, probablemente con la muerte de cada generación morirían todos sus hábitos. Se trata de que un solo día está repleto de situaciones distintas. Hay momentos en los que solo la radio nos sirve como compañía. A ratos es la televisión la que nos vale para recargar emociones. Y, por supuesto, también hay entornos que nos piden tener un libro en las manos.
Está claro que la tecnología puede aportarnos una mayor calidad y facilidad de uso de estos estimuladores del cerebro, pero no hay ninguna necesidad de sustituir unos por otros.
Creo firmemente que un libro de papel siempre tendrá su sitio y que tener un holograma como televisión, que desaparece al apagarla, no impedirá que una radio-holograma siga haciendo su trabajo.
¿Y a qué viene todo esto? Pues viene a que ayer escuché otra frase apocalíptica que me hizo mella. “Pronto los emoticones sustituirán a las palabras”, decía. “Solo tenéis que mirar vuestro Whatsapp. Es mucho más rápido responder con una ‘carita’ que escribir toda una frase”, sentenciaba.
Estoy de acuerdo en que es más rápido, pero de ninguna manera me sumo a quienes piensan que un corazón rojo palpitante tiene la misma carga que un «te quiero» con todas sus letras.
