¿Cómo conoció Florentino Ariza a Fermina Daza? Pues como todos y todas las que nacimos antes de que apareciera la versión digital de nuestro mundo, cuerpo a cuerpo. Él acudió como cartero a la casa de ella y allí respiraron el aire de un mismo espacio, reconocieron sus olores y sus ojos alcanzaron a mirarse. Lo que hicieron sus miradas les duró toda una vida. Así de poderoso puede ser.

A mi amiga Asunción (83 años), cuando le pregunto dónde conoció a su marido, siempre me responde: «¿Dónde lo voy a conocer?, en la calle».

Los locos años del mundo en RED nos han hecho integrar montones de aplicaciones que nos traen las amistades, los romances, las sinergias, los intercambios, las compras y hasta las tertulias a la pantalla de nuestro móvil. Y tanto es así, que cada vez prescindimos más del cuerpo a cuerpo. Nos facilita la vida, nos supone un ahorro económico, en tiempo y en desplazamientos. Además, en el ámbito de los negocios, si no tienes tu espacio online generas desconfianza. Ya no basta con nuestra tarjeta de visita y nuestro power point encuadernado con servicios y tarifas.

Pero dejaré de hablar de lugares comunes, de cuestiones que ya sabéis y pasaré a la anécdota.

Por supuesto que mi primer amor fue un cuerpo a cuerpo, como el de cualquiera que se mueva en el entorno de los 40. En aquel momento no tenía ni idea de que pronto llegaría esta nueva forma de relacionarnos. De haberlo sabido, creo que habría hecho exactamente lo mismo, porque cada historia tiene su momento.

A día de hoy, claro que he usado aplicaciones para conocer gente. Y claro que he investigado sobre esta o aquella empresa delante de la pantalla de mi ordenador. He preparado entrevistas, me he documentado, he buscado la ruta más corta, he comprado billetes de avión, he rastreado el mejor precio… Y hasta me he creado una web.

Quizá ese papel de observadora en el que nos coloca internet, (siempre está bien tener algún culpable), me llevó a escuchar hace unos días una conversación ajena. Un grupo de gente joven hablaba de las bondades y maldades de algunas apps. Se divertían contando cómo habían conocido a unas chicas de Canadá. Hablaban de las últimas fotos que habían subido a facebook y de cuántos ‘me gusta’ habían conseguido. Y en el curso de la conversación se preguntaron dónde habían conocido a sus novios y novias. La gran mayoría mencionó alguna red social. Solo uno de los chicos dijo: «pues yo lo conocí en un bar». Lo curioso es que de todo lo que dijeron esto era lo rompedor.

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La RED es una gran aliada. No es ella la que nos acapara. En realidad no deja de sugerirnos que salgamos a la calle. Que echemos un vistazo previo de reconocimiento y que luego nos vayamos a explorar con nuestros propios ojos.

Tenemos dos versiones amigas y complementarias, «real» y digital, si somos capaces de sumar los dos mundos seremos invencibles. Bueno, quizá sea exagerado, pero sí que estaremos un poco más cerca de conseguir nuestras metas.

Sin darse cuenta, Asunción, su marido y nuestros protagonistas de novela se han puesto a la vanguardia de cómo conocer gente. Porque no todo sucede online.

 

«Pues yo lo conocí en un bar»
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